22 de abril de 2020: Celebrando el Día Mundial de la Madre Tierra. ¿Qué nos dice la pandemia?
Por: Adriana Herrera Monte, Bióloga PhD y por Margarita Castilla, coordinadora de la red de monitoreo de calidad de aire, funcionarias de Barranquilla Verde.
Naciones Unidas declaró oficialmente el 22 de abril de 2009 como el Día Internacional de la Madre Tierra. Esta celebración busca que los seres humanos reconozcamos la responsabilidad que nos corresponde de vivir y promover la vida en armonía con la naturaleza, a fin de alcanzar el equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras. Son muchas las iniciativas que han surgido antes y después de esa fecha, para promover el interés y la acción hacia una conciencia por lograr dicho fin. Sin embargo, nos enfrentamos a la realidad innegable de encontrarnos ante una crisis medioambiental mundial que amenaza nuestro patrimonio natural, la Tierra misma.
El cambio climático, la transformación de los sistemas naturales, la pérdida acelerada de especies, la contaminación, junto con la demanda excesiva de recursos, el crecimiento demográfico, ponen de manifiesto la magnitud de la problemática ambiental, una realidad que nos agobia y la necesidad de cambios fundamentales a todos los niveles.
Ha bastado que un virus esférico, mil veces más pequeño que el diámetro de un cabello y que apenas empezamos a conocer y entender, irrumpiera agresivamente entre nosotros para obligarnos a detener el ritmo acelerado e inconsciente de la vida a lo largo y ancho del planeta. Ahora, en medio de la pandemia, de cuarentenas obligatorias, de aislamiento social, de distancia física, tenemos el tiempo, que no nos daríamos de otra manera, para mirar, apreciar y valorar desde la calma y con curiosidad, lo que nos resulta casi ajeno por el ritmo frenético de la vida cotidiana.
Las ciudades, playas, ríos, bosques son ahora, espacios que reclama nuevamente la naturaleza y son muchas las historias que aparecen sobre avistamientos magníficos de animales que nos son ajenos, pero que viven entre o cerca de nosotros, ignorados, infravalorados, y tantas veces amenazados por nuestras actividades diarias. El aire más limpio en la ciudad, el río que fluye imparable con menos sedimentos, la posibilidad de escuchar las aves y no el ruido de los automóviles, la llegada de la primavera en pausa obligada, ese es el panorama en el que se celebra este 22 de abril, el Día Internacional de la Madre Tierra… Un recordatorio mayúsculo de la fragilidad de lo que somos como especie los seres humanos y cómo sin nosotros la vida prosigue a un ritmo natural.
Esperamos una memoria menos corta después de esta contingencia del COVID-19, que nos haga reconocer el valor incalculable e irremplazable de nuestra Madre Tierra y de todos los seres vivos que habitamos en ella. Reconocer el compromiso inaplazable de las acciones diarias de cada uno de nosotros, individuos comunes y a la vez extraordinarios, y nuestra responsabilidad en la construcción de una nueva realidad ambiental, que promueva la vida en armonía con la naturaleza y un futuro ambiental más amable y saludable.