Fabián Enrique Vega Martínez
El archivista que descubrió “por casualidad” su vocación en la gestión documental y ocupa por mérito el cargo Técnico Operativo en la Alcaldía de Barranquilla.
Su incursión en la archivística le trajo la “buena suerte”, porque desde que obtuvo sus tres títulos como Archivista, Técnico Profesional en Archivística y Tecnólogo en Gestión Documental le llueven ofertas laborales y ha ganado varios concursos de mérito.
Se da el lujo de elegir dónde estar, pero ha preferido quedarse en la Alcaldía de Barranquilla por la estabilidad que le brinda y la cercanía con sus seres queridos. Ganó su cargo de Técnico Operativo por concurso en el 2021, y en el equipo de trabajo al que pertenece recibe alta valoración por las funciones que desempeña.
No entiende por qué algunas personas piensan que estar en un archivo es como un castigo, donde más bien él se alegra porque aprende “de todo”. Tampoco comprende que en otros lugares conviertan el área de archivo en un “cuarto de San Alejo”, porque allí se conservan la memoria de las instituciones y soluciones para personas que requieren algún documento clave para sus vidas.
Reconoce que sus inicios como contador público no fueron felices. Recién graduado experimentó dificultad para vincularse laboralmente, porque no tenía experiencia. Quiso explorar otras opciones y el único programa que encontró en una institución de educación para el trabajo y el desarrollo humano fue archivística. Sin saber muy bien de qué se trataba, decidió emprender un camino de cualificación laboral que le concedió éxitos y recompensas, por su esfuerzo, y una vocación descubierta “por casualidad”.
Hoy se mueve a diario entre documentos e interactúa con muchos funcionarios que requieren su acompañamiento y apoyo para la gestión documental. Dicta capacitaciones y participa en auditorías del Plan de Mejoramiento Archivístico.
Fabián Enrique Vega Martínez es un barranquillero muy intuitivo, al seguir su corazonada y cambiar el rumbo de su futuro laboral con un tema inexplorado. Pero también al elegir su pareja. Vive con Nubia hace 16 años. Una bella mujer de tez morena y cabellera larga, que es digna de su admiración. Ella es enfermera, y por su actividad sacrifican fechas especiales por los turnos que le corresponden, pero ya no les importa, porque es su felicidad servir y atender a pacientes en toda circunstancia. Tienen dos hijos, una adolescente de 15 años y un niño de 9 años.
Responsable, noble y comprometido es como se ve Fabián. Le encanta un mote de queso con hogao. De postre prefiere los dulces de leche. Escucha todo tipo de música, le gusta el vallenato y la salsa tradicional. Aprendió a defenderse en la cocina porque su mujer, en pandemia, estuvo prácticamente internada en el hospital atendiendo la emergencia en primera línea.
En sus recuerdos de niñez siempre está su abuela, Josefa Ruiz. Por ella, y sus padres, nombró a sus hijos María José y Juan José, a quienes desea ver realizados profesionalmente y con una familia que crezca en el tiempo.
También es de las personas que vive muy seguido lo que llaman comúnmente déjà vu. En su casa siempre rememoran la historia de la “máquina de hacer plata”. De pequeño soñó con una máquina que hacía billetes y despertó exigiendo a sus padres el famoso juguete que no estaba escondido en el clóset, como le hubiera gustado.
Quiere algún día pensionarse e irse a vivir a El Rodadero, aunque ama a Barranquilla y su barrio Simón Bolívar. Pero no sabe por qué, algo en su proyecto de vida se inclina por esa ciudad costera, que le ofrece la cercanía a su Puerta de Oro, para siempre poder volver y disfrutar a su eterno equipo favorito, el Junior.