Ligia María Figueroa Ramos
Nacer en un pueblo que no aparece en el mapa de tu país puede sonar muy raro, pero es la experiencia que nos cuenta nuestro personaje en esta oportunidad.
Ligia María Figueroa Ramos nació en Bomba, un corregimiento del municipio de Pedraza, en Magdalena. Ella asegura que, para la época de su nacimiento, la tierra donde vivían sus padres ni siquiera estaba incluida en el mapa de Colombia.
Además de ser magdalenense, se siente hija adoptiva de Barranquilla, ciudad que la recibió desde los seis años. Tuvo una niñez feliz, con padres avanzados de edad, que le brindaron mucho amor y valores, junto a sus cuatro hermanos. Aún recuerda lugares de su infancia que le traen lindas sensaciones, como la ciénaga de Zapayán, donde los habitantes de alrededor se dedican a la pesca.
En Barranquilla realizó todos sus estudios, desde primaria hasta universitarios, y su mayor logro fue obtener el título de Trabajadora Social. También, se enorgullece de tener buenas amistades que cultivó en cada ciclo académico y se esmera por preservarlas.
A la Alcaldía de Barranquilla llegó en el 2004 y ocupó cargos en las oficinas que se llamaban “Talento Humano” (ahora Secretaría de Gestión Humana), luego pasó a “Inspección Especializada” (ahora Oficina de Inspecciones y Comisarías) y desde hace 16 años se encuentra en la Oficina del Sisbén.
Goza de 20 años de servicio en la Administración, lo que la ha hecho merecedora de reconocimiento de parte de las mismas personas que ha atendido. Hoy se dedica en el Sisbén a brindar orientación y asesoría a quienes están hospitalizados, sin seguridad social, y facilita su estancia hospitalaria y servicios médicos, en enlace con la Secretaría de Salud.
Divide su tiempo en atención presencial a usuarios en la oficina y en recorridos de campo, participando en las ferias del Distrito que se hacen en las comunidades más vulnerables.
Se le iluminan los ojos cuando habla de su vida personal y menciona que es madre cabeza de familia. Ha sacado adelante a sus dos hijos con el fruto de su trabajo en la Alcaldía, por lo que se despliega al agradecer por esta oportunidad laboral.
Su hijo mayor tiene 25 años y es chef; el menor, tiene 18 años y es estudiante de Comercio Exterior. Al preguntarle qué legado deja en ellos, dice con firmeza: “a ellos les enseño que, antes que todo, deben ser temerosos de Dios, buenos seres humanos y con sentido espiritual”.
Con su familia viaja a Cartagena, Santa Marta y otros sitios de su interés. Ha ido al exterior y le gustaría seguir haciéndolo. Los fines de semana va a la iglesia, sale a comer a un restaurante, o degusta platos que su hijo chef le prepara. También cocina, sale de compras, escucha música como salsa, vallenatos viejos y de guitarra.
Motiva a mujeres como ella, que lideran sus hogares, a que sean valientes, quieran a los hijos y les enseñen valores para que sean buenas personas.
Sueña con pensionarse y comprar una finquita en Antioquia, e irse a vivir allá.
Por sobre todas las cosas, su mejor experiencia es y ha sido servir.