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80 menores que antes trabajaban en las calles han vuelto a vivir su infancia con calidad y dignidad

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“Un ángel tocó a la puerta de mi casa y, a partir de ese día, la vida de mis niños cambió”. Con esta frase describe Norelys Pérez la forma en que Rogelio, Madeleine y Julio, tres de sus hijos, llegaron al programa Trabajando por los Niños, un proyecto de la Secretaría de Gestión Social, que es uno de los consentidos de la primera dama del Distrito, Katia Nule.

Con estos tres niños son 80 los que reciben atención integral en el internado Monseñor Víctor Tamayo, lugar que también ha acogido este programa, prestando sus instalaciones para que estos niños reciban acompañamiento de escolaridad, actividades culturales, recreación e integración, alimentación, entre otros servicios.

Norelys Pérez asegura que sintió una tranquilidad, que jamás había experimentado, desde el momento en que sus hijos empezaron a hacer parte del programa: “Como madre para mí era muy difícil ver a mis niños irse con su papá en un carro de mula en busca de chatarra y cualquier otro tipo cosas que pudiéramos vender y así poder comer. Algunas veces pasábamos de largo todo el día sin probar nada, solo hasta la noche”.

Entre lágrimas, esta mujer de 34 años, oriunda de Ovejas, Sucre, y residente el barrio Santa María, agradece al ‘ángel’ en que se han convertido los funcionarios del programa Trabajando por los Niños, en cabeza de la primera dama, quienes a través de búsquedas activas y visitas domiciliarias se encargan de concientizar a padres y tutores de la importancia de derechos como la educación.

Los 80 niños beneficiarios del programa reciben atención integral durante parte del día y posteriormente son trasladados hasta sus hogares, con sus familias.

“Trabajando por los Niños me ha devuelto la esperanza”, afirma Norelys, al recordar que desde que este proyecto llegó a su familia, hace más de dos años, muchas cosas han cambiado.

“Los niños estaban sin documentos, sin estudiar, si se enfermaban no teníamos cómo llevarlos al médico, hoy ya tienen todo eso, además su alimentación y nutrición han mejorado”, afirma con una sonrisa en su rostro.

“Ellos han podido tener cosas e ir a lugares dónde yo nunca los hubiese podido llevar. Cuando ellos tienen esa posibilidad llegan a la casa felices y eso me alegra mucho”, dice Norelys.

Esta madre sueña con ver a sus hijos cumpliendo sus metas y propósitos para que ayuden a construir cada día una mejor sociedad: “Madeleine quiere ser enfermera, Julio quiere ser médico veterinario y Rogelio quiere ser administrador de empresas”, expresó.

La historia de Norelys y de sus niños refleja el sentir de todas las familias vinculadas al proyecto.

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