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Luisa: la mamá de los habitantes de la calle

No es fácil encontrar palabras adecuadas para contar una de las historias más humanas que han pasado más que por mi mente, por mi corazón. Y es que aún sentada aquí, dispuesta a iniciar el relato, están atrapadas en mi pensamiento todas las imágenes de la breve, pero conmovedora experiencia que tuve con los protagonistas de este cuento de la vida real, esos que en medio de nuestra dura realidad nos hacen volver a creer que los héroes sí existen, y se disfrazan de carne y hueso.

Luisa María Mora García es una mujer de 50 años, muy conocida en la Alcaldía de Barranquilla, yo la había visto, y la reconocía, pero jamás imaginé la labor tan dura y a la vez tan hermosa, que viene desempeñando en la Capital de Vida. Luisa es madre soltera de 4 hermosos varones: Julio, Fabio, Luis Ángel y Andrés Felipe, quienes son su motor para trabajar día a día y poder sacarlos adelante pero más allá de eso, mucho más allá, Luisa tiene otros hijos, más de 100, que habitan las calles de nuestra ciudad. Si, Luisa es la mamá de los habitantes de la calle.

Tiene 13 años trabajando con el distrito, siempre dedicada a la labor social que le brota por los poros, su dulzura y sensibilidad la han hecho merecedora del título de madre por parte de muchas personas. Inició trabajando en una fundación con niños víctimas de la explotación sexual laboral, un tema que recordar le duele, “ver cómo las mamás prostituían a sus hijas, ha sido una de las experiencias más fuertes en mi vida”, dice. Sin embargo, gracias a su trabajo duro, muchos de esos niños pudieron salir de esa situación. Al tiempo entró a trabajar también con niños en el programa de la primera dama, cuenta que fue una experiencia muy bonita pero definitivamente su vida cambió en el año 2008, al iniciar su labor con los habitantes de la calle.

Luisa es la encargada del Hogar de Paso del distrito, aquel lugar donde “viven” temporalmente, los habitantes de calle de la ciudad, iniciativa que lidera la Secretaría de Gestión Social. Una familia -como ella la llama- de hermanos que conviven bajo el mismo techo con las condiciones necesarias para vivir al llegar se les entrega una habitación, con su cama, ropa de cama, ropa para su uso, además de proporcionarle la alimentación y tratamiento necesario según el caso cuentan con apoyo psicológico y médico, pero sin duda al visitarlos, lo que más los motiva, es esa madre que los acompaña día a día brindándoles amor como a sus propios hijos.

Al preguntarle cuál ha sido la historia que más la ha marcado, con lágrimas en sus ojos dice sin dudar: Maribel Gutiérrez “La Bazuquita”. Maribel llegó por un llamado de Jorge Cura, quien informó sobre su situación. Ya instalada en el hogar Maribel fue muy rebelde, cuenta Luisa que en su proceso de abstinencia les hizo muchas cosas, tanto que Luisa quería que se la llevaran para el CARI, porque sus condiciones no parecían normales llegó muy enferma, sin poder caminar, literalmente arrastrándose, por lo que hacía sus necesidades en el suelo y muchas veces en medio de su rebeldía ensuciaba las paredes e incluso comía su propio excremento. Para Luisa fue una tarea muy ardua sobrellevar esa situación la regañaba y era muy fuerte con ella, hasta que llegó el día en que como si el mismo Dios le hubiera hablado, pensó: “y si fuera Jesús, ¿cómo la trataría?” entonces, a partir de ese momento empezó a mirarla y a tratarla de una manera distinta, le hablaba con cariño, era comprensiva, trataba de hacerle entender las cosas, y del mismo modo en que ella cambió su manera de tratarla, Maribel cambió completamente su actitud. Hoy Maribel vende dulces y galletas en la 72, la misma calle donde alguna vez pudo morir Mary hoy camina, baila, canta, ríe, es otra persona, esa que te recibe con una sonrisa y sin tapujos te cuenta su historia, siempre con Luisa como protagonista.

Yo llegué al Hogar de Paso sin expectativas diferentes a unas buenas fotos para esta nota, pero entrar a ese lugar te cambia la perspectiva de las cosas. La amabilidad con la que te reciben es única y cada rostro cuenta una historia, la que alguna vez fue triste pero que hoy no muestra sino agradecimiento, con Dios, con la vida, y con Luisa, quien contuvo muchas veces las lágrimas al escucharlos. Los mira y me dice: “¿tú crees que esto no me da satisfacción? Ver cómo los encontré y hoy cómo están”. Luisa comparte con ellos no solo en el Hogar de Paso, sino que siempre trata de hacerles actividades y distraerlos nos contó que llevó a algunos a pasar Navidad con ella, en su casa compartieron con sus hijos, quienes también se han involucrado en el proceso, ese día bailaron y disfrutaron de una linda Nochebuena en otra ocasión se los llevó a la playa, cuenta que su emoción no les cabía en el pecho y a ella la satisfacción le engordaba el corazón.

En los 9 años de trabajo en este hogar Luisa cuenta que su labor le ha permitido ver los cambios, mujeres y hombres recuperados, devueltos a sus familias e incluso habitantes de calle que trabajan con la administración, como es el caso de Ricardo Cueto quien alguna vez le dijo que pensó nunca recuperarse, que creyó siempre que iba a morir en la calle, y hoy es uno de nuestros guardaparques.

Luisa cuenta cada una de sus historias con un brillo inigualable en sus ojos, y al conocer a todos sus hijos entendí que esto para ella no es un trabajo, es puro amor, es pura vocación. Maribel, Ricardo, María, “La Reina”, y muchos otros más son el reflejo de esa entrega que Luisa le pone a todo lo que hace y eso es, precisamente, lo que le ha permitido salvar vidas, ser la madre de esos huérfanos del mundo, y convertirse en una heroína.

*Recuerda que puedes revestir de amor a los habitantes de la calle, donando una prenda de vestir en buen estado. ¡Revístete de amor!

Luisa: la mamá de los habitantes de la calle
Luisa: la mamá de los habitantes de la calle
Luisa: la mamá de los habitantes de la calle
Luisa: la mamá de los habitantes de la calle
Luisa: la mamá de los habitantes de la calle
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Luisa: la mamá de los habitantes de la calle
Luisa: la mamá de los habitantes de la calle
Luisa: la mamá de los habitantes de la calle