Sandra Patricia Gómez Marín
En la Oficina de Procesos Contravencionales de la Secretaría de Tránsito y Seguridad Vial, sus días de trabajo se dividen entre atención a ciudadanos y temas administrativos de comparendos electrónicos. Elabora informes, consolida indicadores de gestión y maneja datos con precisión.
Donde otros ven trámites, ella ve oportunidades
Sandra Patricia Gómez Marín ve oportunidades para transformar vidas. Le gusta el contacto con la gente, pues siente que esa labor le permite hacer la diferencia. La enorgullece contribuir a que las cosas funcionen mejor brindando una atención eficiente, que ayuda a resolver problemas y cambia la percepción que los ciudadanos tienen de la entidad.
En un año y medio que lleva en la Alcaldía, esta barranquillera se ha esmerado en cada tarea, con la mirada puesta en un sueño que la impulsa, convertirse en una abogada y comisaria de familia, para restablecer derechos y trabajar por poblaciones vulnerables.
La empatía que vive y no aprendió en libros
Y de empatía ¡sí que sabe! Su hijo de 14 años con autismo se la ha enseñado. “Hay que entender a los seres humanos, pues cada persona es muy diferente a otra”, afirma.
Se enfoca en estar presente para él y aprender cómo se percibe la vida desde su perspectiva, cuando hay gran sensibilidad con los ruidos, gestos, entornos, olores, para poder ofrecerle el apoyo necesario.
Su empatía y compromiso la distinguen en el servicio público.
Su hogar es su gran motivación, y Barranquilla, su lugar seguro. Ama las brisas decembrinas y contemplar atardeceres en el malecón.La frase “Barranquilla, quien no te conoce, te sueña, y quien te conoce, nunca te olvida” define lo que siente por su ciudad.
Le gusta el rock en inglés, ver series y fútbol, leer un buen libro y disfrutar de una buena conversación. Momentos sencillos que la recargan. ¿Y para autorregularse? Sandra transforma vivencias ajenas en metáforas, que le permiten canalizar ideas que lleva dentro.
Los pueblitos del Norte de Santander siempre estarán entre sus lugares favoritos, y tomarse fotos es su manera de guardar lo vivido, incluso aquello que las palabras no alcanzan a expresar.